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RESUMEN DE UNA SESION DE ROL (JUEGO: DEMONS & GARGOYLES)

RESÚMEN DE CRÓNICA
LA VENGANZA DEL CONDE HADALSHEM

Los necrófagos son una raza verdaderamente enigmática en Vitalian; se podría decir que son una especie tan repugnante, como imprevisible. Hay algo que los vincula a Yargon; dios de la podredumbre y la enfermedad. Esto se debe a que básicamente son completamente inmunes a las enfermedades velenitas; pero aquí no corresponde hablar de la historia de los necrófagos, sino de la amenaza inminente que supone El Conde Hadalshem.
¿Quién es el conde Hadalshem?. Realmente es un vástago engendrado en la lejana y aborrecida Turkania (famoso imperio que cayó en la oscuridad a causa de la soberbia de su emperador). Los vampiros no son admitidos en ninguna sociedad velenita, salvo la de La Necrópolis o isla no muerta, donde los nigromantes habitan en continuo desarrollo de sus oscuras artes. No obstante Hadalshem, a pesar de ser un vampiro, era también un proscrito de la Necrópolis; en resumidas cuentas un ser despreciado por todo el globo.
La hermandad de los hechiceros de Yargon, el dios de la podredumbre, se encarga de tomar los cadáveres de aquellos que han muerto de enfermedades terminales y peligrosamente contagiosas, debido a que ellos poseen inmunidad a las mismas. Tras la gran posguerra transcurrida, todos los reinos del continente de Therkharon, se vieron afectados por estas plagas.
De todos los reinos en que estas plagas fueron más agudas, se destaca Huno, reino de los hombres. Una gran cantidad de cadáveres fue recogida por los hechiceros de Yargon en esta época. Misteriosamente todos esos cadáveres fueron saboteados de las cámaras de los templos de Yargon ¿por quién?
El estudio fue amplio y detallado pero finalmente el señor del cónclave de Yargon, se dio por vencido; los cadáveres no aparecieron jamás. De todos los miembros del cónclave hubo uno que destacó por su gran insistencia sobre el asunto; no obstante su falta de cordura impidió que fuera escuchado. Se trataba de Garowk, un hechicero de Yargon competente pero imprevisible y caótico. Marchó de los templos para embaucarse en un viaje, del cual aseguró saber quién había saboteado todos aquellos cadáveres.
El rastro que siguió Garowk lo llevó hasta la isla de Khetto, en la cual se hallaba una ciudad no poco importante conocida como Khett. Pero cuando Garowk llegó a la misma, tan sólo pudo encontrar cuerpos amputados y salvajemente descuartizados. Una magia siniestra y descontrolada flotaba alrededor de la gran catedral de Khett. Garowk volvió a Therkharon para avisar del percance a Huno y los templos de Yargon, pero jamás fue tomado en serio.
Tres gárgolas y un pequeño gnomo, habían pagado una gran suma al rey con el que se habían visto endeudados, por realizar tratos con un importante traficante, que había robado al rey 2500 monedas de oro. Las gárgolas lograron pagar su deuda consiguiendo el dinero de variadas formas y tuvieron encuentro con una gran muchedumbre alterada, por los gritos desgarradores de Garowk.

Garowk vestía larga túnica marrón y un peculiar yelmo que cubre todo su rostro como es típico en los hechiceros de Yargon, marcado con un hexágono vertical, símbolo de su deidad. Los aventureros ven despertar su curiosidad por las vestimentas de aquel peculiar individuo, el cual comienza a soltar una serie de incoherencias propias de un loco, unidas a otras bastante cuerdas y sensatas cargadas a su vez de una inquietud que despierta alarma en los mismos.
Hadalshem tenía algo en su poder, que podía poner en peligro a todos los reinos de Therkharon. Garowk había sido ignorado dada su falta de cordura pero los aventureros, curiosos sobre todo, deciden acompañarle, bajo una extraña promesa. Garowk les cedería una Atolaya ¿que es una Atolaya?, solo un loco puede saberlo.
Garowk dispone de un pequeño esquife que les lleva hasta la isla afectada. Finalmente los aventureros llegan junto a Garowk hasta el pueblo atravesando el pequeño bosque… el hechicero loco tenía razón; o al menos gran parte de razón. Cuando llegan a la ciudad, se manifiesta ante sus ojos un espectáculo terrible y dantesco. Cadáveres descuartizados, amputados, despellejados e increíbles muestras de violencia. Algo había llegado a la ciudad y en muchas ocasiones, había evidencias de que ese algo, era un ser monstruoso de titánica imagen.
Muchos de los edificios están medio destruidos y otros en perfectas condiciones. De repente, Garowk comienza a correr y los aventureros le pierden de vista en uno de los callejones de la ciudad. Una de las gárgolas decide entrar a uno de los edificios para seguirle el rastro y ven que en su interior, todo ha sido saqueado y robado; no queda nada de valor en la ciudad. Pero mas inquietante aún son los extraños sonidos que se escuchan al subir las escaleras; un sonido semejante a algo pastoso y visceral…
Una de las gárgolas ve con horror, como un muerto viviente, con un brazo amputado y parte de los intestinos colgando, se halla agachado devorando el cadáver de una niña de no más de 8 años. El zombi no se percata de la presencia de la gárgola, que sin dudarlo, amputa la cabeza del mismo, dando término a su macabro festín.
Los aventureros comienzan a realizar registros superficiales en todas las casas, descubriendo que en todas ellas ha habido una matanza considerable y cuerpos que están siendo devorados por cuervos y otros carroñeros.
Pronto consiguen localizar al hechicero de Yargon cuya actitud ahora, es mucho mas coherente y seria El hechicero afirma que la amenaza de Hadalshem ha despertado y que deben refugiarse en el gran edificio del alcalde. Dentro del mismo, descubren el diario del alcalde, en el cual se describe con detalle como los muertos vivientes han comenzado a invadir la ciudad, devorando a todos sus habitantes.
Pronto los aventureros comienzan a escuchar estremecedores gemidos procedentes de distintas partes del pueblo, que comienzan a acercarse.
Centenares de muertos vivientes, ahora cruzan las calles en forma de masas nauseabundas y paródicas; en dirección al edificio del ayuntamiento. Los aventureros comienzan a bloquear todas las entradas con muebles y los objetos disponibles de los interiores. La turba de muertos vivientes está a punto de echarse encima de la alcaldía.
Garowk entonces es asaltado por un extraño síntoma de locura y comienza a gritar a los muertos vivientes palabras de desafío. Sin dudarlo dos veces coge al gnomo y con el a sus espaldas, realiza un salto espectacular impropio en un ser humano.
Las dudas en las dos gárgolas que han visto la escena, sobre si Garowk es humano, comienzan a hacerse más fuertes.
Golpes y gemidos comienzan a escucharse en la alcaldía y las dos gárgolas que aún quedan en el edificio, escuchan como los zombis golpean las paredes del edificio. Una de las tablas se ha soltado y varios brazos cadavéricos logran entrar en el hueco.
Las dos gárgolas deciden que deben abandonar el edificio lo antes posible; en pocos minutos estará atestado de muertos vivientes.
Subiéndose a la fachada del mismo, ambas gárgolas saltan y planeando con las alas, logran llegar hasta el techo del edificio de enfrente. Pero más allá logran distinguir una forma monstruosa y titánica, que va precedida de una orgía de destrucción sin precedentes.
Se trata de un troll del dolor. Abominaciones creadas por los nigromantes, echas de carne muerta y en cuyos cuerpos, se hallan diferentes armas clavadas. El dolor que les producen esas armas clavadas en sus cuerpos es tal que las criaturas se ven dominadas por una cólera y violencia imparable. Su rostro es completamente deforme e incluso carece de algunas facciones elementales.
Garowk comienza a saltar de edificio en edificio con el gnomo a sus espaldas, cuando de repente el inmenso troll del dolor enfoca su vista hacia ellos. Cuatro turbas de zombis comienzan a caminar, intentando alcanzar en vano a ambos personajes.
Las dos gárgolas por su parte, comienzan también mediante planeos de vuelo a desplazarse de edificio en edificio.
El troll del dolor empuja con fiereza las paredes de la casa donde se hallan subidos el gnomo y Garowk. Garowk entonces abandona temporalmente su locura y señalando a la catedral grita de forma estridente .
Nuevas turbas de muertos vivientes comienzan a rodear toda la plaza que se halla enfrente de la gran catedral de Khett y una de las gárgolas, al escuchar las palabras de Garowk, decide acercarse mas a la catedral, saltando a otra casa.
Esta vez una fuerte ráfaga de viento, hace que la gárgola pierda el equilibrio y resbale de su destino, cayendo con sonoro ruido al suelo. La gárgola se levanta alarmada y tan solo ha sufrido leves rasguños, pero ve como una masa informe de muertos vivientes avanza hacia ella; con ansias de devorar su carne. La gárgola estremecida por aquella cantidad tan descomunal de zombis, decide salir corriendo en dirección a la catedral; pero durante su carrera desenfrenada el troll del dolor la descubre y con un terrible y estridente aullido, la salvaje criatura comienza a correr tras la gárgola. La otra gárgola, salta al edificio donde anteriormente hubiera fallado el otro aventurero, pero esta segunda lo hace con éxito y contempla con desesperación, como el terrible troll del dolor la sigue de forma desenfrenada.
La primera gárgola entonces descubre con desesperación, que la puerta de la catedral está cerrada. Es una enorme y pesada puerta de acero; no hay forma de destruirla o forzarla. El troll del dolor y una gran turba de muertos vivientes se dirigen hacia el, pero de repente Garowk se ve de nuevo dominado por aquella extraña locura.
El hechicero de Yargon saca un extraño mangual de cadenas que terminan en calaveras de acero y salta encima del inmenso troll del dolor. Dos enormes ratas gigantes surgen entonces de la tierra y se lanzan sobre el troll (invocadas por el hechicero de Yargon), entre los dos roedores distrayéndole, Garowk consigue asestar un brutal golpe a la bestia que la distrae de su objetivo, para revolverse con violencia.
Entre aquel revuelto Garowk sale disparado y el troll del dolor enfoca su objetivo en los dos roedores gigantes que aún siguen atacándole.
La gárgola se ve aliviada al ver que la bestia se ha dado la vuelta, pero más de cincuenta zombis se le van a echar encima y no viendo otra solución, decide escalar por la catedral.
La catedral está decorada con estatuas de ángeles y gárgolas góticas. La gárgola velenita, consigue sin demasiados problemas escalar lo suficiente y apoyarse en la estatua de un ángel, para quedar fuera del alcance de la turba de muertos vivientes, que ahora gime y levanta sus brazos bajo los pies de la gárgola velenita.
El gnomo decide disparar dos de sus flechas contra la gran bestia, pero tan sólo consigue realizar heridas leves y en pocos instantes, el troll del dolor acaba con los dos roedores gigantes y vuelve a enfocar su vista hacia la gárgola, que ahora esta encaramada en el muro de la catedral. De nuevo con otro rugido, se dirige frenéticamente hacia la misma.
De repente la estatua del ángel donde se hallaba agarrada la primera gárgola, se resquebraja y rompe, cayendo por ello encima de la turba de zombis, que al instante se abalanzan sobre el y comienzan a morderle con salvajismo. La otra gárgola ve como su compañero, comienza a ser mordido sin piedad y ve que esa sufriendo heridas graves; o actúa en breve o su amigo será devorado por los zombis.
Sin dudarlo la gárgola salta desde su edificio y planeando con las alas, se abalanza sobre el troll del dolor, que se halla en medio de la turba de muertos vivientes.
El golpe que realiza resulta extremadamente certero y causa una herida graven en el troll, que dominado por la locura, comienza amoverse frenéticamente apartando zombis a diestro y siniestro.
Ese breve momento, permite a la primera gárgola levantarse penosamente y abrirse paso, ente la muchedumbre de zombis que lo ha rodeado. A duras penas consigue defenderse de los mordiscos y desgarros, pero esta vez, tanto el como su compañero han quedado rodeados por la masa de zombis.
El gnomo entonces, aprovechando que nadie se ha fijado en el, baja del edificio y busca uno de los laterales de la catedral, por el que escalar. Finalmente encuentra una ventana que rompe sin problemas y mira en su interior. Tan sólo consigue ver una figura pálida y ataviada con una extraña capa y un sombrero de chistera. El gnomo prepara su ballesta compuesta para lo que pueda acontecer. La ciudad está ahora completamente invadida por los zombis.
De repente un nuevo grito se escucha por encima de los gemidos
De nuevo Garowk se levanta de los escombros afectado por su extraña locura. El hechicero de Yargon corre entonces de forma salvaje directo a la catedral y sacando una extraña llave, abre las puertas de la misma.
De repente el gran troll del dolor responde a una siniestra llamada, dando la espalda a los tres invasores para adentrarse en la gran catedral. La gran bestia corre hasta reunirse con el Conde Hadalshem, que espera en su interior. Garowk por su parte, corre frenético en encuentro de su enemigo, enfrentándose el sólo al Conde Hadalshem y a la gran bestia.
Las dos gárgolas intentan a duras pensar salir de la gran masa de muertos vivientes que les tiene apresados. Una de ellas, haciendo un esfuerzo sobre humano consigue salir. La otra en cambio, es retenida por docenas de pútridos brazos y manos. En su afán por sacar al compañero, la segunda gárgola intenta sacar a la primera, fallando con ello y volviendo a ser rodeadas. La turba se les echa encima dispuesta a devorarlos.
Garowk ignora por completo al troll del dolor y se dirige directo hacia el Conde Hadalshem, el vampiro. El gnomo contempla absorto desde la ventana, como Garowk lanza un ataque crítico. Los tres cráneos de hierro, arrancan la cabeza del vástago al instante; la cual es recogida antes por el hechicero de Yargon, para evitar la regeneración del mismo.
Al instante todos los muertos vivientes se desploman, pues ya no existe vivo el nigromante, que los mantenía con vida, viéndose por ello las dos gárgolas completamente libres.
Las gárgolas sin dudar entran entonces a ayudar al hechicero de Yargon, que ahora se enfrenta solo al troll del dolor. Entre los tres y los disparos certeros del gnomo con sus ballestas, finalmente deciden acabar con la criatura y la amenaza del Vampiro Hadalshem.
Los aventureros entonces buscan explicaciones por parte del hechicero de Yargon, que viéndose dominado esta vez por su personalidad sensata les habla de la amenaza que han superado. Hadalshem tenía en su poder un amuleto que permitía reanimar cualquier cantidad de muertos vivientes con la que podía haber tratado de invadir Therkharon. Por ello era necesario eliminar la amenaza. Las atoloyas resultan ser extrañas barras de plata, dobladas de variadas formas y finalmente el hechicero de Yargon confiesa a los aventureros ser un necrófago, que domina las artes arcanas del dios de la enfermedad.

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